Artículo publicado originalmente en catalán para la revista Sonograma Magazine (junio de 2022)
Entre la literatura que habla sobre las prácticas musicales de las mujeres —especialmente aquellos textos que explican las dificultades en el ámbito profesional que han sufrido instrumentistas y compositoras por razones de género—, son habituales las referencias al concepto
Quizás por esta invisibilidad de las referentes resulta tan sugestiva la imagen de Marguerite Dufay con un trombón, tan poco avezadas que estamos las instrumentistas de metal a reconocernos en documentos del pasado. La imagen es una caricatura que le hizo el pintor francés Louise Anquetin, datada de 1894 y pensada para la reproducción masiva en una incipiente cultura de masas. En ella, Dufay era retratada con un aspecto poderoso, con unos bíceps y unos pechos prominentes, y un tanto despeinada, mientras coge un trombón de una forma actualmente poco ortodoxa.
Parece que no fue el único retrato que le dedicó Anquetin, sino que existe otro de ella, esta vez sin trombón. Con un ademán entre robusto, juguetón y sensual, el pintor francés optó en esta ocasión para mostrarla con un escote imposible y una cintura más estrecha todavía, pero con la misma sonrisa contagiosa que la caracterizaba. La imagen se puede localizar fácilmente en el catálogo en línea de la entidad que custodia el cuadro, el Norton Simon Museum. Las dos obras de Anquetin han tenido relativa fortuna para reflejar el espíritu artístico de la época, hasta el punto que la caricatura de Dufay al trombón fue uno de los ejemplos contemporáneos que el crítico literario Gustave Kahn empleó en su libro
Pero, más allá de los trabajos de Anquetin, quién fue Marguerite Dufay? Qué sabemos de ella?
La musicóloga norteamericana Mareen Buja, en un breve perfil que dedica a Dufay, relata que fue una artista que trabajó en los cafés parisienses de finales de siglo XIX. Era calificada como una «cómica excéntrica», una profesión que Buja describe como «una artista […] que no solo tocaba instrumentos musicales normales, sino que también creaba instrumentos u objetos sonoros como por ejemplo botellas, yunques, martillos y similares». Además de esta información, el estudioso del mundo bandístico Gavin Holman ofrece un repaso somero a los datos que encontramos a la prensa sobre la carrera de Dufay, aportando algunas crónicas teatrales, partituras escritas para ella y fotografías que la sitúan como cantante cómica de vodeviles, operetas y canciones populares. Según Holman, el debut de Dufay tuvo lugar el 1891, y se alargaría hasta mediados de los años veinte. Además de estos trabajos recientes, la hemeroteca no es demasiado generosa con Dufay, aunque sí que nos lega algunas fotografías que permiten conocerla y hacen patente el parecido entre algunos de los rasgos que aparecen a los retratos de Anquetin y la realidad.
Pero, además de las exiguas referencias directas que aparecen, de la lectura de la prensa histórica se pueden deducir algunos aspectos más, del todo interesantes, que hacen aventurar una vinculación directa de Dufay con el centro neurálgico de la bohemia francesa. Como desgraciadamente ocurre demasiado a menudo, estas informaciones no nos llegan por crónicas directas de Dufay. Las deducimos a partir de las referencias a Jules Jouy (1855-1897), un
Un chansonier es un trocito del alma de París […] No es ni puede ser un producto de exportación […]
El chansonier es un producto artístico de los más complicados. En la mayor parte de los casos, de una calidad muy afinada. No es un actor, no es un cantante, no es un
No puede ser chabacano, vulgar ni ordinario. Es carne y sangre de ironía, y de la más fina.
Según el biógrafo de Jules Jouy, el
No sabemos en qué momento se conocieron Dufay y Jouy, pero su relación no se pudo alargar mucho de tiempo debido a la enfermedad mental que sufrió Jouy. La afección del
Ese artículo, aun así, también ofrece detalles relevantes sobre el pasado de la cantante gracias al repaso vital, en tono nostálgico, que escribe el periodista. Para él, Dufay era merecedora del agradecimiento de los espectadores por los buenos momentos que había hecho pasar al público asistente a los espectáculos, relatando algunos de los teatros donde actuó. A medida que la entrevista avanza, el tema central del diálogo deja de ser Dufay para ocupar Jouy todo el protagonismo. En las respuestas de Dufay sobre Jouy se entrevé una relación estable y un aprecio profundo de la cantante hacia el
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Volviendo, pero, al principio, la Dufay trombonista, y en ausencia de investigaciones más complejas, con los datos localizados resulta difícil extraer conclusiones sobre el nivel de dedicación instrumental de Dufay. En buena parte de la prensa aparece como actriz de obras líricas, participando incluso en una película basada en una opereta de Offenbach (
Fuera como fuera, la imagen de Dufay con el trombón nos permite repensar de nuevo cuál fue la vivencia de las mujeres vinculadas a la música y las participaciones y aportaciones que todavía son desconocidas, al mismo tiempo que abre todavía más interrogantes alrededor de las instrumentistas de los circuitos menos canónicos. Pero, sobre todo, nos ayuda a reflejarnos en un pasado que abre la puerta a nuevas interpretaciones y permite vernos con la misma fortaleza que desprende Marguerite Dufay.
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Referencias
- BIAU, Patrick. «Jules Joux (1855-1897)». Le Vieux Montmartre, 67, septiembre de 2001
- BUJA, Maureen. «Marguerite Dufay – Trombonist», Interlude, 24 de abril de 2018
- ENSEÑAT, Juan B. «Crónica parisiense. Decadencia de Montmartre». La Ilustración Artística, 19 de noviembre de 1900.
- HAMEL, Maurice. «La tristesse de Marguerite Dufay, compagne de Jules Jouy». Comoedia, 23 de febrero de 1926.
- HOLMAN, Gavin. The cornet madam and the trombonist actress – two extraordinary women at the turn of the 20th century, [s. d.]
- PASSARELL, Jaume: «La mort del ‘chansonier’ Vincent Hyspa. Cabarets i ‘Cafés Concerts’ Parisencs», Meridià, 14 de febrero de 1939.